Cómo el COVID-19 cambió la manera de vestir - MARÍA SOTO
Por María Soto
El: 24/11/2020

Cómo el COVID-19 cambió la manera de vestir

El coronavirus ha impactado en todas las áreas de nuestra vida y del comercio mundial. Los consumidores ahora ponderan detalles que antes pasaban por alto, y entre los cambios más relevantes, se destaca sin dudas el de la vestimenta.

En este artículo te cuento cómo desaprender a vestirnos: los cambios pandémicos más relevantes que impactaron en el mundo de la imagen y las tendencias en moda. 

Pensemos en el contexto

Hay que comprender que, cualquier cambio en el vestuario o en la concepción del vestir que tenga la sociedad, ya sea a nivel nacional o global, siempre, siempre, ¡siempre! tiene un trasfondo sociológico. Y es que, al fin y al cabo, las prendas que se eligen para salir al mundo forman o moldean, en gran parte, la identidad de quienes las visten. 

Hablemos de los 3 cambios más significativos en el vestuario y, por consiguiente, en la construcción identitaria de la sociedad:

“Los momentos de gran trauma también producen momentos de gran creatividad cuando intentamos procesar lo que hemos pasado. El lado funcional de eso es la moda. Después de períodos extremos (guerra, pandemia, recesión), la vestimenta es una forma de señalar el comienzo de una nueva era”.  

Vanessa Friedman para The New York Times.

Cambios en la vestimenta post pandemia 

1. ¿Para quién nos vestimos?

Hasta la aparición del coronavirus, el concepto social de vestirnos era éste: nos vestimos para otro, cualquiera sea, incluso la sociedad en general. La mirada ajena jugaba un rol sustancial a la hora de elegir las prendas con las que salíamos al mundo, y siempre, siempre, teníamos en cuenta quién estaría del otro lado, cómo nos juzgaría y cuál sería el contexto que nos acompañaría.

Más de una vez, seguramente, has dicho o escuchado un comentario del estilo: “esa remera es más para una salida de noche”; “ese pantalón con unos tacos queda súper bien para un evento del trabajo”… Esas conclusiones, conscientemente o no, estaban delineadas por el contexto material y social de cada situación.

Con la pandemia y la situación de aislamiento social obligatorio llegó el momento de desaprender esta manera de entender la vestimenta y comenzar a vestirnos para nosotros mismos.

Profundizando aún más, si nos centramos en la definición de estilo como la conjunción de elementos estéticos que nos permiten vestir nuestra forma de ser, es decir, nuestra personalidad, llegamos al mismo punto: nos servimos del vestuario para definir nuestra identidad. 

2. ¿Cómo influye en nuestro bienestar lo que vestimos? 

A partir de la salida progresiva del confinamiento obligatorio, e incluso durante la cuarentena estricta, comenzó a reforzarse e incrementarse la conciencia sobre:

– La compra: qué, cómo, y para qué compramos lo que compramos.

– El estado emocional que lo que nos ponemos activa en nosotros. 

Y es que está comprobado por varios estudios a lo largo del tiempo y de las épocas que la indumentaria y la imagen que nos devuelve el espejo tiene un impacto significativo en nuestro bienestar, estado de ánimo y salud mental.

Es un círculo de retroalimentación: nuestra salud mental se vincula a nuestra ropa, y nuestra ropa se vincula a nuestra salud mental. 

Datos de color: en el último año ha aumentado el interés y consumo de prendas de colores emocionales o asociados al “buen humor”. Los tintes y colores naturales son factores calmantes, así como elementos naturales en la decoración, y en las telas de la ropa. 

3. El minimalismo y la comodidad ganan terreno

El minimalismo y la comodidad son tendencias que ya estaban en auge previo a la pandemia; sin embargo, continuaron, continúan y continuarán asentándose en la vestimenta post pandémica.

Sin embargo, aunque la mayoría de los expertos piensan de esta manera, hay historiadores como Raissa Bretaña, especialista en historia de la moda, que opina lo contrario: 

“Me gusta pensar que la vestimenta post pandémica irá en la dirección opuesta, que la vuelta a la vida social, a la vida fuera de casa, será de inspiración para fomentar el interés en cómo nos vestimos. Espero que la industria de la moda post pandémica capitalice y potencie esta idea de aprovechar el vestirnos para eventos fuera de casa, como fiestas o happy hours, para incentivar a las personas a hacer un esfuerzo por vestirse de manera elegante y diferente”. 

Tanto los hombres como las mujeres nos hemos dado cuenta, debido al home office obligado y al teletrabajo, que existen alternativas al traje y a la falda lápiz a la hora de vestirnos para trabajar. Despertamos, así, las ganas de vestirnos bien de cara al mundo profesional, pero sin relegar demasiado la comodidad, pues el contexto en el que desarrollamos nuestras actividades laborales es muy diferente. Es por eso que ahora se opta por prendas más confortables y amigables con el cuerpo (y con la naturaleza), como las de fibras de algodón, tejidos y lanas.

En cuanto al calzado femenino, las zapatillas, las zapatillas con plataforma y las sandalias flat o chatas serán los sustitutos a muchísimos pares de tacos. Estas opciones que ganan lugar nos brindan profesionalismo y seriedad al igual que los zapatos de taco, pero sin dejar de lado la comodidad y libertad de movimiento. 

En el mundo de la moda post pandémica, la comodidad y la versatilidad serán, de ahora en más, los principales impulsores de las marcas, porque es lo que más buscan y valoran los consumidores. 

Bonus: la sustentabilidad como opción 

El cuidado del medio ambiente ya venía, hace un tiempo, ganando relevancia e importancia. Con la revisión  del consumo, las prendas de calidad y compuestas por fibras que no generen contaminación ambiental formarán la elección principal de los consumidores, siempre y cuando estén a su alcance. 

El hecho de vernos realizando cualquier tipo de actividad desde un mismo espacio, como lo es nuestra casa, nos ha abierto la posibilidad de ver las prendas de manera más versátil, y es por eso que hoy, una prenda de buena calidad que pueda utilizarse en diferentes situaciones y contextos, es de más valor que nunca. 

Asimismo, el coronavirus puso en jaque todas las medidas higiénicas de lo que era nuestra normalidad. Antes, ningún hombre era juzgado de “sucio” o “poco elegante” por usar un blazer más de una vez y no lavarlo. Efectivamente, los trajes no se lleva(ban) a la lavandería todos los días. Ese modo de actuar hoy no es más que un recuerdo, y es por eso que la durabilidad y la calidad de las prendas comienza a tomar carácter de necesidad frente a la nueva exigencia de lavado e higienización constante y periódico tras cada uso. 

En conclusión

La pandemia ha arrasado con muchas creencias y costumbres que teníamos desde hacía ya… muchísimo tiempo. 

Sin duda, toda crisis puede convertirse en una oportunidad, y tal vez este sea un buen momento para repensar nuestra manera de vestir y consumir aquello que nos identifica visual y estéticamente frente al mundo. 

Si querés ahondar más en tu estilo para poder adaptarlo y reflejarlo en tu imagen personal, este recurso gratuito te va a interesar. 

¡Hasta la próxima!

María